Me quedo pensando en el posteo anterior, lo que no escribí y tengo ganas de compartir con ustedes. Particularmente sobre los estereotipos, nuestras propias historias y cómo las ofrecemos al mundo.
Quiero recordarles que el contenido de mi Newsletter son pensamientos en vos alta, animo a pensarse y transmitir su reflexión, porque no hay nada mas estimulante y motivador que compartir historias, donde se puede nadar en otras aguas y hasta quizá sacar ideas nuevas para navegar cuando nos enfrentamos a ciertas dificultades.
Hace relativamente poco tiempo me tope con una escritora nigeriana Chimammanda Adichvie y se ha convertido en una de mis favoritas. Lo primero que he leído de ella es El peligro de la historia única. Y vaya que es peligroso!!! Por mi profesión y mi orientación en ella, la Terapia Narrativa pongo especial cuidado en escuchar los relatos de vida de las personas, cómo lo construyeron y cuan necesario es deconstruir ciertas historias que nos han contado, para poder re-construir la propia basada en nuestra experiencia. De allí que surjan en este escrito algunas intersecciones entre literatura y psicología, bueno… como siempre.
Les comparto su charla TED
Haz clikc aquí: El peligro de la historia única (video de Youtube)
Cuando escuche esta charla de Chimammanda pensaba…es igual a cuando, en nuestra vida personal nos contamos siempre la misma historia, “yo no aprendí inglés porque mis padres no me mandaron a estudiar y lo que no aprendes de chico después es mucho mas difícil”, “tengo fobias, igual que mi mamá, en mi familia somos todos ansiosos”, “así me criaron y yo crio a mis hijos igual”, podría hacer una lista larguísima de lo que escucho por ahí. Personas que hablan con absoluta certeza de su devenir como negando que el tiempo tenga carácter transformador, si lo ayudamos para eso.
La autora aquí habla del desconocimiento en general que perpetuamos aún siendo adultos, y cuan influenciables somos principalmente en la infancia. Cuando nos abrimos al mundo realmente aparece el paraíso del que escuchábamos al final de su historia. Si pudiéramos considerar con ternura (de la que hablaba en el posteo anterior) diferentes puntos de vista, no reduciríamos a alguien, a algo, a una sola cosa, a una sola visión. Nosotros también podemos ser una historia única para alguien, y cuidado con eso, porque es lo más parecido a estar entre rejas y sinónimo de violencia.
También subraya varios conceptos importantes en su relato: el poder, los estereotipos. Sabemos que la historia mayormente la escriben los grupos de poder y se elije qué contar, cómo contarla y depende también de la subjetividad del narrador. “El poder es la capacidad no sólo de contar la historia del otro, sino de hacer que esa, sea la historia definitiva". Aquí también volvemos al tiempo y su espíritu sanador, repito, siempre considerando hacer algo mientras transcurre. Varias historias definitivas dieron un giro según la sociedad va cambiando su forma de vivir, de pensar, de habitarla. Antes gracias a Colón existíamos, ahora sabemos a costa de qué, de la apropiación de pueblos indígenas, originarios entre otras cosas. Ya no celebramos la conquista de América sino la existencia de la diversidad cultural. La conquista sería no celebrar puntos finales.
“La historia única crea estereotipos y el problema (…) no es que sean falsos sino que son incompletos. Hacen de una sola historia la única historia”. Cuando decimos que el ser humano es un ser biológico histórico socio-cultural estamos diciendo que cambia todo el tiempo y eso crea nuevas experiencias no solo para él sino como resultado de seres relacionales que somos. Y en esta trayectoria nos damos cuenta que tenemos un legado común, la dignidad humana, las similitudes, las necesidades y nuestro derecho a cumplir con nuestros deseos.
Ahora bien, la unidad de análisis en Terapia Narrativa son las historias. Sí, esas que nos contamos una y otra vez, acerca de quienes somos, anécdotas, historias de éxitos, de fracasos, historias vinculares, de amor, de alegría, de odio, de opresión, de exigencia, en fin…historias. Creo fundamentalmente que dudar aportaría un gran beneficio a deconstruir las historias únicas. Someter a cuestionamiento, estar atento al ¿sabías que?, ¿será realmente así?…
Lo peor de todo esto es que no le damos movilidad a nuestra experiencia, rigidizando el pasado, en vez de re significarlo en el presente. ¿Pero que sería eso? Jamás vamos a olvidar las circunstancias que nos han tocado vivir. Puede que con el tiempo pierdan intensidad o se congelen cual estalactita amenazante sobre nuestras cabezas. Re- significar el pasado es darle un nuevo sentido con mis ojos del presente. Tomo el ejemplo anterior, que por trabajar en maternidad/paternidad/crianza me compete: “yo crio a mis hijos así como me criaron a mi” esta afirmación no siempre es lo mas saludable considerando el paso del tiempo, el contexto, y fundamentalmente porque el ser humano cambia. Intentar que el tiempo, los valores, los estilos de crianza permanezcan inalterables es vivir la vida en forma reduccionista, sin poder introducir la novedad necesaria para abordar la vida con sensatez, cambio y progreso. Considerar que todo tiempo pasado fue mejor, también constituiría para mí una historia única. De modo que vivir con entusiasmo y curiosidad, sobre todo viendo al otro como ese auténtico otro, nos haría crecer.
Otro ejemplo es pensar en los adolescentes como atravesando “la edad del pavo”, en falta, adoleciendo de algo. La historia única es que cuando se entra en la adolescencia es que “te va a agarrar la edad del pavo”. ¿No sería mejor pensar que las personas se encuentran enfrentando un camino de búsqueda permanente de aquello que los confirme, los integre, y que pueden equivocarse más que cuando son adultos (no me consta igual)? De la forma que le demos sentido a nuestros dichos, se construirá la historia, porque ella se construye por medio del lenguaje oral, escrito, actuado, contado, etc, etc, con la emoción que le otorguemos y las características que describamos de ella.
En estas hermosas figuras que quiero compartirles, se encuentra siempre una niña en diferentes situaciones. El libro no tiene texto, sólo el que observa puede darle sentido y construir un relato actual que siempre se apoyará en un legado ya escrito que nos permite tomar impulso para las interpretaciones.
Llevamos historias vinculadas en el tiempo las que llamamos dominantes, aquellas que definen nuestra identidad, e historias invisibilizadas, que trabajadas pueden conducir a historias alternativas.
Las historias
Transitar nuestra propia historia puede resultar como un viaje. Se puede elegir a donde ir y qué dejar atrás. Nunca sabemos al inicio cómo resultará el trayecto y que se descubrirá. Y la construcción de vivir, también lo es. Se construyen historias. No nos define una de ellas sino la interacción entre todas…..veremos si siempre nos definimos por un mismo patrón historizador o no. Debemos mediar entre las historias dominantes y las historias alternativas. Las formas que entendemos nuestras vidas están influenciadas por las historias más amplias de la cultura en la que vivimos) La forma en que hemos desarrollado estas historias está determinada por cómo hemos vinculado ciertos eventos en una secuencia y por el significado que le hemos atribuido.
Muchas ocurren al mismo tiempo y se pueden contar de diferente maneras. Ninguna esta libre de ambigüedad o contradicción y tampoco encerrar o manejar todas las contingencias de la vida.
Gabriel García Márquez dice en el inicio de su libro autobiográfico Vivir para Contarla la siguiente frase “la vida no es lo que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla” . Concuerdo con él porque los recuerdos son eso, recuerdos y hay cierta alteración a lo largo del tiempo que va modificando milimétricamente los sucesos. Ni hablar cuando nos cuentan sobre nosotros, debemos advertir que, el que cuenta, pone lo suyo ahí, toda su subjetividad al servicio de cómo vivieron ellos los hechos, con nosotros.
La historia que te o nos cuentes será la historia dominante en tu vida, si de ella se desprende cierta incomodidad, será momento de darte la posibilidad de re-escribirla. Siempre somos protagonistas de nuestra propia historia pero en ocasiones la trama nos ajusta el cuello, entonces es hora de cambiar. El desafío es sostener ese cambio y tratar que tampoco se convierta en nuestra nueva única historia.
Mis preguntas biblioterapéuticas:
¿Qué te sugieren las imágenes compartidas a lo largo del Newsletter?
Ahora que has traído a tu cabeza el peligro de la historia única, ¿se te ocurrió pensar en alguna historia, suceso en particular en tu vida? ¿Existe otra forma de pensarla?
¿Qué historia alternativa te contarías?
Bibliografía:
White, M (1980) Medios narrativos para fines terapéuticos. Ed. Paidós, Barcelona, Buenos Aires, México
Tan, S (2013) El árbol rojo. Calibroscopio Ediciones
A mis lectores, pido disculpas he visto faltas de ortografía!!!!! Y eso que repaso y repaso ej vos en vez de voz. Perdón !!!