Estaba con mi compu navegando como se dice, y mi hija baja las escaleras como un ciclón (cuestión que sólo hace cuando algo le apasiona) -No vas a poder creer esto!!!!- me dijo, y su cara se iluminó por completo. -Van a sacar una colección de clásicos a muy bajo precio, los quiero todos!!! qué oportunidad!!
Obviamente esperamos la largada y salimos a la carrera. Resultado: ni uno conseguimos. Un fenómeno arrollador que hasta los y las bookstagramers hacen ver en sus reels. Agotado, agotado. Me pregunto a qué se debe este fenómeno.
Con sólo ver esos libros de la figura que encabeza este newsletter, quedamos enamorados. Se llama Colección Novelas Eternas y la ha organizado la editorial RBA, de España.
La colección es hermosa, ediciones de lujo que sólo se adquieren en puestos de revistas. Te preguntarás ¿cómo en un kiosko? Así es, la apuesta es llegar a todos los hogares posibles porque son verdaderamente económicos, cuestión que no es la realidad que se vive actualmente en el orden editorial. Cada libro es un objeto precioso, inspirada en la colección Cranford, similares a las portadas originales que se editaron en la época victoriana.
¿Qué tienen en común? la mayoría de ellos están escritos por mujeres o protagonizados por ellas, se siente como una sororidad ancestral. Me gusta, nos gusta, te invito, a leer a mujeres que han escrito, que lo hacen aún, como cierto espejo de género que nos convoca.
Pero más allá de esta buena nueva, surge la pregunta ¿por qué amamos los clásicos?
Los clásicos son sin duda un mundo aparte dentro de la literatura. Son especiales, simples o complejos a la lectura, han sido revolucionarios y en palabras de mi inspiradora escritora Irene Vallejos “han sido profundamente amados” a lo largo del tiempo. Hoy día se están escribiendo clásicos del mañana y la rueda continúa si nos permitimos seguir amándolos.
Un clásico invita a honrarlo porque está ahí encabezando tradiciones humanas, culturales, experiencias pasadas con similitudes contemporáneas. Relatan guerras, luchas, traiciones, desilusiones, victorias de todo tipo, viajes, revoluciones. La lista puede ser infinita y no distaría mucho de una secuencia actual, sólo cambiaría la forma de afrontar las vicisitudes de la vida, la resolución de los conflictos, ni mejor ni peor, sólo distintas estrategias de afrontamiento.
Irene Vallejo también nos cuenta que somos la única especie privilegiada en conocer el pasado, los relatos de nuestros ancestros, las historias fantásticas y reales de quienes nos precedieron que recibimos como un legado. Los clásicos se reencarnan una y otra vez, porque siempre hay ojos nuevos que leen sus aventuras. Porque hay oídos ávidos de recibir las voces del pasado.
En siglos anteriores reinaba el interés por el contenido de un libro, de allí que fueron venerados pero también furtivamente perseguidos, quemados. ¿Cuál era el peligro? ¿A quién hace mal un libro? Un libro hace pensar, te invita a posicionarte desde muchos lugares para mirar y comprender el mismo acontecimiento. También da coraje y hace volar. Muchos son los que precisamente no han querido eso para el desarrollo de la humanidad, tratando de moldear la visión del mundo a su antojo, pero esto, a la larga o a la corta como se dice, nunca resultó. Transcurrió lamentablemente, pero no ha vencido.
Lo cierto es que la sociedad siempre ha perpetuado su continuidad, expandiendo hacia atrás y aventurando el futuro.
De cómo se llega a los clásicos determina en ocasiones la relación que tendrás con ellos. La gran mayoría de las personas los han leído en la escuela, si les preguntamos a los niños y adolescentes rara vez les gusta lo que leen. ¿Será por el contexto de obligatoriedad? Invito, casi como una petición o ruego que compartan clásicos o libros en general desde el seno familiar, un lugar donde no haya apuro, donde no se va a calificar la lectura, donde sólo haya disfrute y curiosidad. De esta manera, quizá el respeto por ellos comience a dar frutos.
Artem Podrez
Mate va, mate viene …-¿Cuál es tu clásico favorito?- me pregunto Malena. Traté de recordar… no di con alguno en especial pero sí vino hacia mi un recuerdo de alivio, un sentimiento de gozo cuando alguien se revelaba, luchaba por su destino, concretaba un anhelo. Por supuesto repregunté cuál era el de ella: pues Jane Eyre puede ser, me dijo, por ser considerada una de las primeras novelas feministas, aunque la mismísima Charlotte Bronté desconociera el término. Pero ama profundamente a Fiodor Dostoyevki y Oscar Wilde por su literatura excita, por mostrar el comportamiento humano, su naturaleza y el gran desarrollo de personajes.
Nota 1: mientras estábamos escribiendo, hemos recibido la grata noticia de la reimpresión de los libros debido a la enorme demanda y el éxito que han tenido, ¡enhorabuena!
Nota 2: mi agradecimiento a Malena, hija querida, compañera de cafés y literatura, por facilitarme algunas palabras en este escrito, por su pasión por los libros, por su estudio en la traducción de los mismos y por su enorme empeño en que ninguno de ellos caiga en el olvido.
Como siempre te comparto unas preguntas, estaría encantada en leerte.
Mis preguntas biblioterapéuticas
¿Te gusta leer clásicos?
¿Tenes alguno de tu preferencia?
¿Cómo llegaste a ellos?