Cuanto tiempo hace que no escribo, aquí, porque lo estuve haciendo para mis alumnos de grado y postgrado… en fin casi tres largos meses. Lo que sucede es que hoy salí a caminar para recuperar un poco de salud mental luego de tanto trabajo y afloraron entre tantos pendientes, este newsletter que tanto quiero.
Parece que se comete el error, reiteradas veces, de postergar lo que uno ama en pos de otras cosas. Igual esas “otras cosas” adoro hacerlas pero quizá no pueden esperar. Y las lecturas pueden….nos esperan, siempre están ahí ansiosas de ser descubiertas.
Quiero dedicarle este newsletter especialmente a Adriana, quien no obstante reclamarme, la dejé solo con café y sin lectura en su desayuno de los viernes. Ahora como el newsletter sale cuando puede, ojalá te acompañe algún día de la semana. Por eso te traigo este microrrelato.
Pensaba en ellos, esas pequeñísimas narrativas que disparan grandes historias quizá, una reflexión del autor acerca de la suya y la invitación desafiante de pensarnos a través de lo que se puede ver, a través de la imagen de un café. Aquí vamos…
La tacita, inédito de José María Merino
(de su propio blog La nave de los locos, literatura y mas…) (El autor nació en La Coruña,1941. Es narrador, poeta, ensayista español, y académico de la Real Academia Española. Premios varios.
He vertido café en la tacita, he añadido la sacarina, remuevo con la cucharilla y, cuando la saco, observo en la superficie del líquido caliente un pequeño remolino en el que se dispersa en forma elíptica la espuma del edulcorante mientras se disuelve. Me recuerda de tal modo una galaxia que, en los cuatro o cinco segundos que tarda en desaparecer, imagino que lo ha sido de verdad, con sus estrellas y sus planetas. ¿Quién podría saberlo? Me llevo ahora a los labios la tacita y pienso que me voy a beber un agujero negro. Seguro que la duración de nuestros segundos tiene otra escala, pero acaso este universo en el que habitamos esté constituido por diversas gotas de una sustancia en el trance de disolverse en algún fluido antes de que unas gigantescas fauces se lo beban.
Debo decir que me impacto el final y no dejo de pensarnos como habitantes de este planeta qué nos esta bebiendo a cada uno según las circunstancias, o bien pensar qué circunstancias nos estamos bebiendo, y peligrosamente en boca de cuáles gigantescas fauces. ¿De qué estarán hechas esas gotas de determinada sustancia con destino a disolverse y mezclarse en otras antes de desaparecer? ¿Qué ves en tu taza de café, también un agujero negro? ¿Si el café fuera con leche el destino sería otro, quizá menos dramático. ¿Y si fuera un latte, casi blanco? ¿Qué universos personales ves allí?
Creo que en este juego de colores y café nos perdemos en los significados estandarizados, interpretaciones casi lineales (y por tanto, peligrosas). Algo así como, que cuanto mas negro el café, mas poderoso eres o mas negra es tu alma, y si lo tomas amargo….ni te cuento!!!! Yo lo tomo así, amargo y me han dicho barbaridades por ello, cuando aclaro que es el cortado mi preferido, largan un suspiro de alivio…..y los que me conocen saben que no entra lo amargo en mi personalidad. Me gusta así con su sabor natural y lo dulce a elección.
¿Es posible ver una galaxia en tu café? claro que sí, uno ve lo que quiere y puede. Sin mas vamos a la foto que lidera este newsletter. Hice la prueba en familia y todos veíamos cosas diferentes. Acordábamos en algunas formas y figuras. Lo más dispar fueron las historias que se nos ocurrían. Afortunadamente fue así, porque en la variedad esta el gusto, dicen por ahí. Nos divertimos.
La cuestión es que quizá no todo te dispare algo jocoso, pero la lectura tiene esto, nada de inofensiva. Es poderosa, te traslada en tiempo y espacio. Da lugar a la imaginación donde posiblemente dejemos actuar lo más temido; te abraza, te quita, te hace doler y te cura heridas.
La próxima vez que tengas un cafecito en tus manos, hace la prueba…qué ves allí?